miércoles, 13 de mayo de 2009

De qué Moral y cuáles Luces
Por: Fabricio Martorelli, Ender Buitrago, otros - UTOPIA Fecha de publicación: 10/03/07

….Cuando hablamos de moral y luces no hablamos entonces de dos conceptos fijos, hablamos de categorías dinámicas que adoptan un contenido diferente según el contexto social e histórico; la moral siempre asociada con los valores y la luz con el conocimiento. Cuando El libertador, en el discurso de angostura afirma que éstas son las primeras necesidades, no pensaba promover más la escala de valores existente, dentro de la cual por ejemplo, era absolutamente moral apoderarse de hombres para explotarlos y comerciar con ellos, pero inmoral desacatar la doctrina de la iglesia o sublevarse contra el régimen establecido. La luz para entonces era asociada con lo divino, el conocimiento llevaba a ello y solo lo podía “alcanzar” una clase privilegiada de hombres, que lo utilizaban para dominar sobre otros, los “ignorantes, “los oscuros”, de allí la frase del propio Bolívar: “por la ignorancia nos han dominado más que por la fuerza” S.B. Así, el planteamiento del libertador se orientaba a la construcción de una nueva moral, basada en principios mas justos y humanos, pidiendo la liberación de los esclavos y la luz para toda la patria, para que el pueblo con su propia conciencia acabara con la dominación de la colonia. Ante la falsa y contradictoria moral burguesa, propia del capitalismo, que promueve el egoísmo, la competencia, el racismo y un sinfín de anti-valores que permiten y hacen legal el robo del trabajo ajeno por parte del capitalista, pero condena de inmoral al hambriento que se roba un trozo de pan; surge la necesidad de construir la moral revolucionaria que promueva los verdaderos valores socialistas de solidaridad, justicia y amor por la humanidad, valores que en el marco de un sistema capitalista no se alcanzarán, pues son las relaciones sociales de cada sistema las que dictaminan su escala de valores para toda la sociedad. Así, practicando una economía solidaria, socializando los excedentes de la producción y utilizándolos en beneficios para todo el pueblo, éste comienza, a través de la práctica, a construir los valores socialistas, en una sociedad donde todos trabajen y nadie pueda robar el trabajo ajeno. Solo así suprimiremos la competencia, el egoísmo y toda la porquería cultural heredada de este agónico pero aún vivo sistema.